El mar reposa en mi pecho. Las olas me mueven y se contonean como en marea alta. No me interesa si el mundo va a estallar a mi lado, si algunos ojos me observan con un odio disfrazado de dulzura, no me importa nada. Ni tampoco los actos hipócritas de alguna gorda pedorra, ni la fascinación de algunas rameras por hablar demás.
Por qué sucede eso me pregunto, al menos por qué me sucede esta vez. Bueno, en varias ocasiones me ha pasado. Ya he pasado por estos momentos en los que no siento esa necesidad de búsqueda de respuestas, de razones o de motivos para sonreír, solo me dejo llevar como tronco en una torrente, reposando y disfrutando de la plena luz del sol, en febrero claro está.
Y contengo entonces las ganas de saltar, de correr, de cantar, de despegar en un viaje porque creo que no es lo más correcto para estar en una habitación tan pequeña como esta oficina Sanisidrina, en donde no entra mucha luz del sol por las ventanas, donde la sinceridad se ha ido perdiendo paulatinamente, donde todo mas o menos o demasiado de cabeza.
Sintiéndome así, solo me escondo entre el par de monitores que me rodean –porque quizá algo que escuche me haga cambiar de estado- y existo feliz entre la música, y así moviendome torpemente al ritmo de algún beat, sonrío y logro calmar las ganas de gritar ahhhhhhhhhh!! Que cheeeeeeeeeeeevereeeeeeeeee!! Putaaa MADREEEEEEEEEEE... y demás cosas que digo cuando estoy feliz.
Entonces tomo alguna canción que haga que mi mente logre girar y girar, como molino de viento, cortadora de concierto, la escucho y sonrio… ahh bueno, la repito repito y repito hasta el fin…
Y en momentos así, en lugar de preguntarme un por qué… solo digo… por qué no?
Woo hoo!
Por qué sucede eso me pregunto, al menos por qué me sucede esta vez. Bueno, en varias ocasiones me ha pasado. Ya he pasado por estos momentos en los que no siento esa necesidad de búsqueda de respuestas, de razones o de motivos para sonreír, solo me dejo llevar como tronco en una torrente, reposando y disfrutando de la plena luz del sol, en febrero claro está.
Y contengo entonces las ganas de saltar, de correr, de cantar, de despegar en un viaje porque creo que no es lo más correcto para estar en una habitación tan pequeña como esta oficina Sanisidrina, en donde no entra mucha luz del sol por las ventanas, donde la sinceridad se ha ido perdiendo paulatinamente, donde todo mas o menos o demasiado de cabeza.
Sintiéndome así, solo me escondo entre el par de monitores que me rodean –porque quizá algo que escuche me haga cambiar de estado- y existo feliz entre la música, y así moviendome torpemente al ritmo de algún beat, sonrío y logro calmar las ganas de gritar ahhhhhhhhhh!! Que cheeeeeeeeeeeevereeeeeeeeee!! Putaaa MADREEEEEEEEEEE... y demás cosas que digo cuando estoy feliz.
Entonces tomo alguna canción que haga que mi mente logre girar y girar, como molino de viento, cortadora de concierto, la escucho y sonrio… ahh bueno, la repito repito y repito hasta el fin…
Y en momentos así, en lugar de preguntarme un por qué… solo digo… por qué no?
Woo hoo!
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